14 de mayo de 2012

CENTROS

Este finde nos hemos ido de acampada y la hemos gozado.

Nosotros y los 8 chavales que de normal viven con sus educadores.

Son capaces de hablar con 7 años como si tuvieran 13, los que tienen 13 te hablan como si tuvieran 18... y nosotros, los educadores, con nuestros años sólo podemos intentar adaptarnos a cada uno, a sus características, a su edad ficticia, a su edad real... estar con ellos cuando necesitan apoyarse disimuladamente en tu hombro, hacerles caricias para que se duerman, o decirles te quiero, estar para cuando necesitan ser niños.

En esta acampada he crecido, soy realista, y por supuesto que pienso que en cada momento que se vive se crece. Pero ayer, volviendo en el autobús, a una persona de 8 años le dije: "oye, ¿sabes que te quiero un monton? Me caes genial."
No respondió, no se inmuto, pero lo conozco y sé que por ello, por su no-expresividad ni oral ni corporal, sé que necesitaba oírlo.

Y ahí crecí. Me salió del alma. Yo he sacado mis conclusiones.
Espero que a vosotros que estaréis casi seguro rodeados de personas, también os sirva tanto como a mí.